La seguridad vial ha avanzado mucho en el último siglo. Los días de caos, desorden y normas escasas han dejado paso a los semáforos, los pasos de peatones, los carriles bici y las aceras para mantener a salvo a los viandantes. La tecnología también ha ayudado a hacer infraestructuras y vehículos más seguros y Continental ahora desempeña un papel fundamental a la hora de desarrollar soluciones innovadoras de seguridad, desde sistemas de asistencia a la conducción hasta neumáticos inteligentes.
Entonces, ¿qué nos depara el futuro?. Dado que la conducción autónoma está cada vez más cerca de convertirse en una realidad, pronto podremos ver una nueva revolución en la manera en la que hombre y máquina comparten las calles.
¡Ding, ding! Mientras los tranvías avanzan traqueteando en ambos sentidos, un carro tirado por caballos cruza la calle. Los peatones están dispersos por todas partes, corriendo entre tranvías, animales, ciclistas e incluso algún que otro automóvil mientras se apresuran a realizar sus tareas. Bienvenido al caos de una calle urbana de principios del siglo XX.
A principios del siglo XX, la movilidad estaba cambiando drásticamente. Los caballos desaparecían y los tranvías, los autobuses y los coches entraban en escena. El tráfico era cada vez más intenso y rápido, y los accidentes más frecuentes y graves.
La industria automotriz no tardó en percatarse de esto. A medida que aumentaba el número de propietarios de automóviles, el sector ayudó a crear nuevas leyes, infraestructuras y elementos para hacer las calles más seguras para todos los usuarios. Las señales de tráfico y los semáforos pronto se convirtieron en algo habitual en las ciudades, al igual que la policía de tráfico, que ayudaba a separar los vehículos de los peatones (y entre sí). Se añadieron indicadores mecánicos a los coches para comunicar más claramente las intenciones del conductor. En 1909, Alemania introdujo algunas de las primeras leyes nacionales de tráfico del mundo, junto con un examen y un permiso de conducir estatales.
A medida que las calles se volvieron más peligrosas, se introdujeron nuevos cambios. Los primeros pasos de peatones aparecieron en el Reino Unido en la década de 1930. Alemania introdujo su primer límite de velocidad a nivel nacional en 1934 (60 km/h en zonas urbanas). Este límite se suprimió en la década de 1950 en Alemania Occidental, pero se reintrodujo cinco años más tarde tras el aumento de los accidentes de tráfico.
El cinturón, uno de los avances más importantes en materia de seguridad vial, llegó sorprendentemente tarde. Los fabricantes de vehículos empezaron a ofrecerlos como extras opcionales en la década de 1950, pero su aceptación fue extremadamente baja. La primera ley de obligatoriedad del cinturón de seguridad no se introdujo hasta 1970, en Australia. En muchos países, sin embargo, no fue obligatorio para todos los pasajeros hasta la década de 1980.
Aunque a veces puedan parecer caóticas, las calles de la ciudades de hoy en día son muy diferentes a las escenas desordenadas de hace un siglo. Los flujos de tráfico están cuidadosamente vigilados y controlados, los peatones se quedan en la acera y los pasos de peatones, y los carriles bici separados del tráfico son habituales.
No obstante, la seguridad sigue siendo un gran problema. El crecimiento de la población y el aumento de la compra de vehículos hacen que haya más gente en la carretera que nunca. Según la OMS, aproximadamente 1,3 millones de personas mueren cada año en accidentes de tráfico, y más de la mitad la conforman los usuarios más vulnerables de la vía pública, como los peatones, los ciclistas y los motociclistas.
Afortunadamente, la innovación tecnológica y la transformación digital nos están ayudando a hacer más seguras las infraestructuras de las ciudades inteligentes. A este respecto, Continental desempeña un papel destacado mediante la creación de una gama de soluciones inteligentes. Nuestro Centro de Desarrollo de Seguridad Pasiva e Integrada abarca desde pruebas de choque hasta la tecnología avanzada de asistencia al conductor más avanzada.
Un ejemplo son los sistemas de asistencia a los giros, que utilizan un radar de corto alcance para detectar a los peatones, ciclistas o motociclistas que se encuentran en puntos ciegos difíciles de ver al realizar un giro. Según nuestras investigaciones en Alemania, esto podría ayudar a evitar el 5% de los accidentes en los que los ciclistas mueren o resultan gravemente heridos.
El control electrónico de estabilidad, que constituye la espina dorsal de numerosas tecnologías digitales en el automóvil, supervisa los datos de cada rueda, como la velocidad, el ángulo y la aceleración, comparando constantemente la información del conductor con el comportamiento real del vehículo. Puede intervenir inmediatamente en cuanto detecta un problema, como un subviraje o un sobreviraje, ajustando los frenos o el par motor.
Como no podía ser de otra manera, Continental también ha pensado en los neumáticos. Nuestros sensores inteligentes supervisan datos clave como la presión, la banda de rodadura y la temperatura para garantizar unas condiciones óptimas en los neumáticos y mejorar drásticamente la seguridad.
Este tipo de tecnología será cada vez más importante a medida que disminuya la participación humana en la conducción y se generalicen los vehículos totalmente autónomos. Aunque parezca increíble, Continental ya tiene una amplia experiencia en vehículos de conducción autónoma que se remonta a más de 50 años. En 1968, desarrollamos el primer vehículo sin conductor controlado electrónicamente para probar neumáticos. Su descendiente actual, nuestra lanzadera Continental Urban Mobility Experience (CUbE) totalmente autónoma, ha pasado por numerosas fases de prueba con éxito. Y para la siguiente etapa de la automatización, estamos desarrollando un sistema de reparto urbano autónomo.
Todavía quedan retos por superar antes de que veamos una adopción generalizada de los vehículos inteligentes en las vías públicas, como obstáculos tecnológicos y normativos, así como la aceptación pública de una nueva forma de movilidad. Pero a medida que expertos como los de nuestra unidad de Movilidad y Seguridad Autónomas sigan perfeccionando la tecnología de sensores y la interacción hombre-máquina, será solo cuestión de tiempo.
La automatización y las infraestructuras inteligentes tienen el potencial de reducir los riesgos y hacer que nuestras calles sean mucho más seguras. Al fin y al cabo, más del 90% de los accidentes de tráfico se deben a errores humanos, según apunta la Comisión Europea. Imagina una ciudad en la que los accidentes de tráfico sean casi imposibles. La conectividad de última tecnología, como el 5G, permitirá que los coches y las infraestructuras se comuniquen entre sí en milisegundos, sin necesidad de preocuparse del conductor que va delante o detrás. Los radares y las cámaras de alta precisión mantendrán muy vigilados a los peatones, a los ciclistas y a cualquier otro usuario de la vía que pueda aparecer.
Dado que los vehículos autónomos podrán circular de forma segura muy cerca unos de otros, algunas carreteras podrían estrecharse. Esto liberaría espacio adicional para los peatones, los ciclistas o los e-scooters. Incluso podría ser el fin de las calles segmentadas de hoy en día, un intrigante paso atrás hacia un futuro en el que los usuarios de la carretera comparten el espacio de forma fluida y, sobre todo, segura.